sentarse ante un libro que sea capaz de sacarnos una sonrisa, y mejor aun si en vez de una sonrisa son varias carcajadas.
Hoy quiero hablaros de uno de los pocos libros que han conseguido que me aísle totalmente de lo que pasaba a mi alrededor y hacerme disfrutar y reir de un grupo de amigas cuando dan de lleno con todas las Leyes de Murphy habidas y por haber.
La novela en cuestión se trata de Una de las Nuestras, la primera novela de la Serie Alocadas de Eva Mª Soler e Idoia Amo. Una novela de estilo Chick Lit en toda regla que en cada una de sus paginas consigue hacer creíble lo imposible.
Y como siempre, nada mejor para arrancar la semana que un fragmento de la novela para que las que ya la habéis leído disfrutéis de ella de nuevo... y la que aun no os habéis hecho con un ejemplar corráis para hacerlo.
Sin más os dejo con el Teaser Monday de Una de las Nuestras (Serie Alocadas 1) de Eva Mª Soler e Idoia Amo... Un grupo de amigas, una despedida de soltera en Niagara, y el Sr. Murphy y sus reglas como compañero de viaje.
-¿Chicas? ¿Estáis todas en línea? -La chica observó la pantalla-. Falta Sun Hee, su móvil aparece apagado.
-Se habrá pasado todo el viaje escuchando a ese grupo del infierno que tanto adora -comentó River, recostándose en el asiento-. ¿Cómo vais las demás?
-¡Presente! -gritó Kat-. ¡A diez minutos de llegar a Fort Wayne!
-Yo también, a punto de llegar a la frontera -comentó Romy.
-Yo estoy viva -añadió Danni-. Entrando en Hamilton, a ver si encuentro un método de transporte viable.
River y Skylar se miraron, lanzando un suspiro de alivio al mismo tiempo.
-Danni, pon el manos libres -pidió Skylar, con voz inflexible.
-¿Qué? Pero...
-¡Pon el manos libres!
River se tapó la boca para no soltar una risita y se cruzó de brazos, divertida. Ambas escucharon un gruñido proveniente de su amiga y cierto ruido de fondo.
-Ya está.
-¿Me escucha ese camionero? -preguntó la rubia, sin modificar su tono.
Hubo un breve momento de silencio hasta que les llegó un carraspeo.
-Te oigo alto y claro.
-¿Cómo te llamas? Nombre y apellido, por favor.
-¿Qué?
-Tu nombre y tu apellido.
Skylar aguardó, mientras le llegaban retazos de frases pronunciadas por Danni en plan <<Perdónala, es que es así>>. Pues sí, era así, ¿y qué? ¡Iba amontada con un desconocido! ¿Acaso no veía el peligro? ¿A nadie se le había ocurrido hacer cuatro preguntas de nada para garantizar un mínimo de seguridad?
-Jamie -contestó la voz masculina al final-.Jaime James.
-¿Es broma? -Skylar miró a River y las dos prorrumpieron en carcajadas-. ¡Jamie James! ¿Cuánto se burlaron de ti en el colegio, Jamie?
-¡Skylar! -la voz de Danni sonó exasperada, más al escuchar que había más risas del resto-. ¡Y las demás, no tiene gracia!
-Vale, vale, lo siento -se apresuró a decir Skylar-.Jamie, ¿te importa que mi amiga le haga una foto a tu carné de identidad?
-¿Perdona?
Ella adelantó al coche delantero y se dijo que dudaba mucho que fuera un psicópata de mente brillante si debía repetir cada petición que le hacía.
-¡Skylar! -volvió a exclamar Danni-. ¿Me estas avergonzando!
-Sí, sí, sí, lo sé, y me da igual. Que te deje su carné para que puedas hacerle una foto y sepamos quién es la persona que tiene en su camión a una de las nuestras. No es nada personal, Jamie James, solo queremos asegurarnos de que no eres un loco con el camión lleno de herramientas de bricolaje. Supongo que comprenderás mi preocupación.
A su comentario siguió otro breve silencio que ninguna de las chicas osó interrumpir; si bien Skylar no estaba siendo la educación en persona, en el fondo todas sabian que tenía razón. Y a pesar de que Danni hubiera apostado fuerte porque Jamie era un trozo de pan, nunca se sabía.
-¡Vale! -exclamó la voz del chico, ligeramente irritada.
-¡Genial! Gracias por tu colaboración, Jamie, estaremos mucho más tranquilas sabiendo quién eres si Danni no llega sana y salva a Niágara.
-A ver, que yo la voy a dejar en Hamilton -protestó él.
-Nunca está de más ser precavida -contestó Skylar-. Manda la foto al móvil de River y todas felices. ¿Las demás estáis bien? ¿Kat, de verdad tu conductor está buenorro?
Oyó un pequeño grito de la chica.
-¡Calla! ¡Que yo también había puesto el manos libres!
- Se lo había pedido a Danni, no a ti...
-Lo sé, pero quería que Lawson os conociera, como llevo toda la noche hablándole de vosotroas, ¡así sabía que no me lo inventaba!
River miró al cielo con una sonrisa, ¡típico de Kat!
-Bien, entonces ya nos conocemos todos -comentó Skylar-. No te preocupes, seguro que lo de buenorro no le pilla por sorpresa.
-Vamos a ir colgando -intervino River-. ¡Nos vemos en nada, chicas!
Su teléfono vibró justo en ese momento, así que lo sacó para comprobar que Danni acababa de enviar la fotografía del misterioso camionero. La amplió para comprobar que todo estaba en orden y se la mostró a la rubia, que asintió.
-Jamie James, eres un Ted Bundy en potencia -comentó.
-¿Quién? -preguntó el chico, desconcertado.
-Ted Bundy, ese psicópata guapo que asesinaba a...
-Nada, no le hagas caso -La voz de Danni, de nuevo avergonzada-.Es una especie de cumplido.
-Espero que esta noche estemos juntas en la misma suite -dijo Skylar-. Ya sé que el trayecto se ha complicado un poco, pero no hay nada que una canción de Britney Spears no pueda solucionar, ¿verdad?
Puso el volumen lo máximo posible, sabiendo que ninguna de las chicas cortaría, pues muchas de las llamadas grupales terminaban de esa forma. Era una tontería, cierto... una tonteria que siempre las llenaba de energía sin saber por qué.
Womanizer comenzó a sonar a todo trapo, así que River y Skylar comenzaron a cantar y bailar a la vez como si estuvieran perfectamente coreografiadas.
En el camión, Danni se olvidó al instante de lo irritante que era Skylar cuando se ponía mandona y recordó todas las veces que habían bailado aquella canción o cualquier otra al salir de marcha. ¡Qué ganas de despedida, por Dios! Canturreó la letra sin dejar de moer el cuerpo ante la mirada atónita de Jamie.
En el autobús, Lawson se quedó de piedra al ver a Kat bailando al ritmo de la canción. Aun no sabía cómo reaccionar por lo de <<buenorro>>, que además lo había escuchado el autobús entero, al igual que la atronadora canción que le llegaba desde a saber donde. ¡Estaba claro que la joven del pelo rosa no tenía vergüenza ni la conocía!